Eres mariposa trascendental, envuelta en tus alas de nunca parar de volar. Dejas detrás de ti el aroma de los sueños que persigues. Besas la vida con labios sencillos. Vuelas y vuelas tan alto que tu libertad jamás perderás.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Respiro

Dicen los adictos a las musas
que la inspiración no juega con la misma tinta
dos veces en una noche.

Dicen los adictos a la carne
que la inspiración golpea dos veces en una noche:
la primera en el divino choque
y la otra en la última respiración sin aire.

Dicen los adictos a las letras
que la inspiración nace en el adentro,
ya sea del propio o naciente de adentros externos.

Entonces yo digo,
la inspiración nace ahora,
en esta noche,
en esta carne y el deseo,
en lo mío y en lo ajeno.

Esta es la primera rima
(asonante, por cierto).
Amenaza con transformarse eternas
y si termina es porque el sol está saliendo.

Siento mis dedos moverse poseídos,
rápidos, nerviosos…
a cada impulso el instinto
los hace capaces de describirlo todo,
incluyendo el lunar
que no puedo evitar rozar cuando te beso.

Respiro, sigo escribiendo…

Tal vez, la inspiración hecha aroma en tu cuello
me arrebata con la idea de tatuarme
los versos en el desnudo cuerpo,
para concluir con explosión de lírica
(asonante, por cierto)
y disiparme en las palabras de otros
que días antes que yo te describieron.

Respiro, sigo escribiendo…

Bajo la luna me hunde la inspiración de mil poesías,
empujándome a tu carne y al deseo agresor de letras.
Expulsada queda mi poca cordura en códigos de gemidos
estimulada por el movimiento involuntario de mis dedos.

Respiro, sigo escribiendo…

En la próxima corriente de aliento
mi boca se escapa buscando la tuya
y me roba la voz cómplice del viento,
para llevarla al rincón más oscuro de la noche pero aún…

Respiro, sigo escribiendo…

Ya no sé si mis dedos te tocan o escriben versos.
Ya no sé si muerdo tu carne o páginas huérfanas de negro.
Ya no sé si miro tus ojos o el vacío cielo.
Ya no sé si la inspiración llegó o tal vez jamás me visitó.
Ya no sé cuantos poemas llevo.

El sabor de los tres éxtasis
(letra, carne y deseo)
se me confundieron en el paladar
condenado por la locura de este trayecto.

Al final de este orgasmo
no recuerdo si es el primero o el sexto,
agotada de inspiración miro por la ventana
y el sol anda durmiendo.
La musa se me ha ido del pecho
y lo eterno queda resumido en un solo y asonante verso.

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