Eres mariposa trascendental, envuelta en tus alas de nunca parar de volar. Dejas detrás de ti el aroma de los sueños que persigues. Besas la vida con labios sencillos. Vuelas y vuelas tan alto que tu libertad jamás perderás.

martes, 16 de octubre de 2012

Que mucho pienso en un beso cuando no están tus labios.
Soy la vida que recibe vida, me escabullo por meandros, por profundidades, por llanuras. Me hago espuma en la orilla pero regreso a la corriente aventurera. Nací de una calabaza hueca que guardaba los huesos del hijo de Yaya. Vengo de la montaña más alta, escurrida por las grietas a las que poco a poco fui dándole la forma de mi cuerpo. Antes de llegar aquí, he viajado el mundo ya varias veces porque me esparzo sin darme cuenta. Traigo minerales de la tierra más fértil y al pasar por ella sacié la sed de un viejo árbol que rejuvenece sus arrugas con mi frescura coqueta. Fui la maldición en los hombros de Ondina pero también fui su protegida. Soy la inevitable cómplice de la despavorida desesperación de Odiseo por probar la boca de una seductora sirena. Soy el delirio de la garganta seca en el desierto. Soy la furia que casi destruye el querido Macondo de García Márquez. Puedo ser la protagonista imperceptible en la historia, la gotera de la gruta, la cascada que enfurece al río. Puedo flotar en un mar muerto. Puedo quedarme estancada en un lago. Puedo ser grosera en una tormenta. Puedo ser apasionada humedeciendo un beso fugitivo. Soy la amante de la tierra, la enemiga del fuego y la calmante del viento. Viajo, viajo y sigo moviéndome por el mundo sin control. Solo me queda esperar el momento en que mis aguas turbias se calmen en el río dulce y rodear el cuerpo de la mujer desnuda que porta vida en su vientre. Ya a estas alturas de la travesía agitada trato de deslizarme sobre su piel canela que aspira en la búsqueda del aire que le de la fuerza de pujar desde las entrañas. Dibujo sus pechos hinchados deseando protegerlos, su forma perfectamente redonda flota en mi guardando su alimento. Mientras voy trazando su abdomen inflamado me doy el placer de olerla por completo. Su fragancia fértil me anuncia que la vida llegará en cualquier momento. Sigo mas abajo y me encuentro con su sexo, está sumergida en mí y sus piernas están abiertas firmes en el suelo. Esta vez puja con todas sus fuerzas y choco con la vida que se le escapó de los adentros. Mi reacción es un empujón pero luego la acojo en mi corriente tibia hasta que flota a los brazos que la esperan. Soy Vida que recibe vida.